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Ninguna de las desalentadoras noticias mundiales que escuchamos y leemos todos los días importará en lo más mínimo si dos hombres, que entablaron una demanda en un tribunal federal en Hawai, resultan tener razón. Creen que un acelerador gigante de partículas, que comenzará a colisionar protones cerca de Ginebra este verano, podría producir un hoyo negro que significará el fin de la Tierra, y quizá del universo.

Los científicos dicen que es muy poco probable, aunque han estado verificando, sólo para cerciorarse de ello.

Los físicos del mundo han pasado catorce años y han gastado ocho mil millones de dólares en la construcción del Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), en el que los protones en colisión recrearán las energías y condiciones vistas por última vez una billonésima de segundo después del Big Bang.

Los investigadores examinarán los restos de estas recreaciones primicias en busca de indicios respecto a la naturaleza de la masa y nuevas fuerzas y simetrías de la naturaleza.

Pero Walter L. Wagner y Luis Sancho sostienen que los científicos en el Centro Europeo de Investigación Nuclear, o CEIN, han minimizado las posibilidades de que el colisionador podría producir, entre otros horrores, un minúsculo hoyo negro, que, indican, podría devorar a la Tierra. Aunque suena extraño, el caso toca una seria cuestión que ha inquietado a estudiosos y científicos en años recientes: cómo calcular el riesgo de nuevos experimentos innovadores y quién decide si se sigue o no adelante.

Wagner, que vive en Hawai, estudió física, hizo investigación sobre rayos cósmicos en la Universidad de California, Berkeley, y recibió un doctorado en derecho de lo que ahora es la Universidad de California del Norte, en Sacramento. Luego trabajó como un especialista en seguridad de radiación en la Administración de Veteranos de Guerra. Sancho, que se autodescribe como un autor e investigador en teoría del tiempo, vive en España.

La demanda, entablada el 21 de marzo en el Tribunal Federal de Distrito, en Honolulú, busca una orden de restricción temporal que prohiba al CEIN continuar con el acelerador hasta que haya presentado un reporte de seguridad y una evaluación ambiental. Nombra al Departamento de Energía, dependencia federal estadounidense, al Laboratorio Acelerador Nacional Fermi, a la Fundación Nacional de Ciencia y al CEIN como demandados.

¿Por qué debe el CEIN, organización de naciones europeas con sede en Suiza, presentarse siquiera en la sala de un tribunal hawaiano? “No sé si van a acudir”, dijo Wagner. El CEIN tendría que someterse voluntariamente a la jurisdicción del tribunal, apuntó, y añadió que él y Sancho podrían haber demandado en Francia o Suiza, pero que para ahorrarse gastos habían agregado al CEIN al expediente en Estados Unidos. Afirmó que una orden de restricción contra el laboratorio Fermi y el Departamento de Energía de Estados Unidos, que ayuda a suministrar y conservar en buen estado los enormes imanes superconductores del acelerador, suspendería el proyecto de todos modos.

James Gillies, director de comunicaciones en el CEIN, dijo que por el momento el laboratorio no haría declaraciones sobre la demanda. “Es difícil ver cómo un tribunal de distrito en Hawai tiene jurisdicción sobre una organización intergubernamental en Europa”, expresó Gillies.

“No hay nada nuevo que sugiera que el LHC represente un peligro”, afirmó. Su seguridad había sido confirmada por dos reportes, añadió, con un tercero en camino, y sería el tema de discusión durante una sesión abierta al público en el laboratorio, el 6 de abril.

Eso no tranquiliza a Wagner. “Tienen mucha publicidad engañosa que dice que no representa un peligro”, dijo, “pero es propaganda”.

Los físicos dentro y fuera del CEIN dicen que una variedad de estudios, entre ellos un reporte oficial del CEIN en 2003, concluyó que no hay problema. No obstante, sólo para cerciorarse, el año pasado se formó el Grupo de Evaluación de Seguridad, con miembros anónimos, para realizar de nuevo la revisión.

Wagner presentó demandas similares en 1999 y 2000 para impedir que el Laboratorio Nacional de Brookhaven, en Long Island, operara el Colisionador Relativista de Iones Pesados. Esa demanda fue desestimada en 2001. El colisionador ha operado sin incidentes desde 2000.
Nada sucederá en el colisionador del CEIN que no ocurra 100 mil veces al día gracias a los rayos cósmicos en la atmósfera, aseguró Nima Arkani-Hamed, teórico de partículas en el Instituto de Estudios Avanzados, en Princeton.

Lo que es diferente, admiten los físicos, es que los fragmentos de los rayos cósmicos se proyectarán inofensivamente a través de la Tierra a casi la velocidad de la luz, pero cualquier cosa creada cuando los rayos se encuentren de frente en el colisionador permanecerá y, por ende, podría crear caos.

Las nuevas preocupaciones son acerca de los hoyos negros, que, de acuerdo con algunas variantes de la teoría de las cuerdas, podrían aparecer en el colisionador tragarse a la Tierra. “Ninguna tiene mérito alguno”, adijo Arkani-Hamed respecto a las preocupaciones sobre la muerte de la Tierra o el universo.

Fuente: ElUniverso

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